domingo, 8 de mayo de 2011

Primero, una sonrisa; la mejor forma de empezar. Poco a poco se acercaban, y entre caricias y palabras el amor se dejaba ver, y la pasión los envolvía lentamente, encerrándolos en un mundo aparte, donde nadie más que ellos importaba, y todo lo que había alrededor dejaba de existir. Una última mirada, y sus labios se acercaron, comenzando el beso más largo y sincero de sus vidas, sintiendo exactamente lo que el otro sentía, acompasando sus respiraciones, convirtiéndose en una misma persona, creyéndose parte de un sueño perfecto quizás, con la sensación de que nada podría ser mejor, y deseando que el tiempo se hiciera su amigo y congelara los minutos para hacer de éste un momento eterno. Nunca habían vivido algo así, y no podían creer lo que estaban compartiendo, todo era tan perfecto que no había manera de arruinarlo; él la tenía a ella, ella lo tenía a él; no había nada en el mundo que pudieran desear más que eso. El tiempo pasaba, y la pasión crecía, y junto con ella crecía la paz que llenaba sus almas. No quedaba más por decir, las palabras sobraban en esos momentos, no hacía falta repetir lo que ya bien sabían los dos. Sólo se limitaron a expresar su amor con el lenguaje corporal que juntos habían aprendido y practicado, y sólo eso bastó para entender que habían alcanzado la mayor felicidad, y que nada ni nadie acabaría con ella, porque el amor que tenían era I N F I N I T O.-

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