Entonces, si los amantes verdaderos se han visto siempre contrariados, ha de ser por decreto del Destino. Aprendamos a ser pacientes frente a la prueba porque es una contrariedad habitual, tan inseparable del acto de amar como los pensamientos, sueños, y suspiros, deseos y lágrimas, triste séquito de toda fantasía amorosa.
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