sábado, 5 de febrero de 2011

Hoy no había sido un buen día. Ya la noche anterior no había podido dormir sin antes derramar algunas lágrimas. Sabía lo que me esperaba, no con exactitud, pero sabía que no era nada bueno. Y allí estaba hoy, temprano, dando vueltas, pensando, analizando. "¿Qué tenía para decirme? ¿Qué tan malo podía ser? ¿Lloraría enfrente suyo?"
Por fin había llegado el momento. Salí de casa, y sólo tuve que caminar unos pasos para encontrarlo; tan lindo como siempre, pero aún más irresistible desde aquel martes pasado en que sus labios habían tocado los míos. Nos saludamos como dos buenos amigos, y empezamos a caminar. Ya nos habíamos alejado unas cuantas cuadras cuando quiso sacar el tema. Cada palabra aumentaba el dolor, y cada palabra me hacía bajar más y más. Mis ánimos se encontraban por el suelo cuando me dijo "Decime algo por favor; no te quedes callada. Decime qué pensás aunque sea". No pude hablar; no había manera de que una palabra saliera de mi boca. Todo lo que me había dicho me dejó en una especie de letargo; sabía que estaba parada en la calle frente a él, pero no lo sentía. Me sentía lejos. No se por qué me había afectado tanto, después de todo yo sabía que pasaría algo así, y había estado toda la noche preparándome para escuchar lo peor. Y sin embargo, al estar ahí, con él, me sentí chiquita, me sentí insignificante, sentí que todo a mi alrededor se caía, sentí cómo el tiempo parecía detenerse por un instante que fue eterno, los autos parecieron no avanzar, la gente había desaparecido. Supe que había estado demasiado tiempo callada, así que quise decir algo, lo que sea. Y se me venían muchas cosas a la cabeza, pero me di cuenta de que si intentaba hablar, se me quebraría la voz, y comenzaría a llorar. Me mantuve en silencio, y decidimos volver. Caminamos unas cuadras, y pude hablar, y decir parte de lo que pensaba. Continuamos hablando del tema. Mi voz sonaba débil, y por momentos parecía apagarse. Al llegar a la esquina donde nos despedíamos me abrazó muy fuerte. Vi que no tenía intenciones de soltarme pronto, así que disfruté cada segundo de ese abrazo; fue largo. Hablamos un poco más. Volvió a abrazarme varias veces más, y cada abrazo parecía ser más fuerte que el anterior. Supuse que mi aspecto daba lástima, y por eso me abrazaba, para ver si así podría calmar, aunque sea un poco, el dolor que mostraba.
 "Mejor me voy" me dijo. Nos saludamos, y llegó el último abrazo. Deseé que fuera eterno; sabía que en cuanto me soltara, no volvería a verlo, sabía que iba a tener que regresar a casa, sabía que empezaría a extrañarlo a cada instante. Nos separamos, y cada uno siguió su camino. 
No quería volver a casa, así que me desvié y caminé por calles que me gustaban mucho, calles tranquilas, donde podía pensar, y pasar un tiempo conmigo misma. A medida que avanzaba, sus palabras volvían a mi mente. "No creí que las cosas se darían así." "Quisiera que sigamos siendo amigos, dentro de un tiempo tal vez, cuando quieras, podés hablarme, sabés que yo voy a estar ahí." "Perdoname." "No me gustaría dejar de verte." Cada palabra en mi cabeza sonaba como si él acabara de repetírmela. "No me gustaría dejar de verte." Esa frase; no podía olvidarla. ¿Cómo iba a poder verlo sabiendo que sentimos cosas diferentes? No. No puedo seguir viéndolo. No por ahora.
Al llegar a casa, me quedé en el garaje, no quería subir y saludar a mis papás. Lloré mucho. Cuando me sentí lista, y me aseguré de que no se notara que había llorado, subí las escaleras. Después de saludarlos y quedarme dando vueltas por la casa, quise ir a la terraza, mi fiel lugar de paz, donde puedo llevar todos mis problemas para pensarlos con calma, u olvidarme de ellos si lo deseo. Estar en la terraza siempre me llenaba de paz. Los pensamientos allí parecían no pesar. Me apuré para ver cómo el sol caía lentamente por el oeste. Ese es el momento del día que más me gusta; ver cómo el sol alumbra pero ya no quema; ver a los pájaros dar sus últimas vueltas; ver iluminada sólo una parte de las cosas; poder mirar al sol sin dañarme los ojos.
Me senté en el piso, y comencé a escuchar el mp4. Rock And Roll. Él sí que me hace bien. Lloré un poco más; pensé mucho en él. Una hora después de contemplar el paisaje que me rodeaba, me sentí aliviada. 
Todavía duele; pero pasará.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario